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La mesa de los Tres Reyes es una montaña situada en la cordillera de los Pirineos, en el Macizo de Larra. Su cumbre de 2442 m se encuentra situada en la intersección de la frontera de Francia con España y la línea limítrofe entre la Comunidad Foral de Navarra y la provincia de Huesca de Aragón.
La mesa de los Tres Reyes (en euskera Hiru Errege Mahaia, en aragonés Meseta d'os Tres Reis, en gascón Tabla d'eths Tros Rouyes, en francés Table des Trois Rois) es una montaña situada en la cordillera de los Pirineos, en el Macizo de Larra.
Su cumbre de 2442 m se encuentra situada en la intersección de la frontera de Francia con España y la línea limítrofe entre la Comunidad Foral de Navarra y la provincia de Huesca de Aragón.1 De ahí su denominación, ya que fue la confluencia de los antiguos reinos de Navarra, Aragón y el Vizcondado de Bearne (Francia). En el caso de Navarra, es el punto más elevado de la comunidad.1
La montaña tiene una prominencia de 392 m,2 una dominancia altimétrica de 84,19% y una dominancia prominencial de 35,93%.[cita requerida]
Esta montaña, muy frecuentada por montañeros, puede ser alcanzada desde Linza, Belagua o Lescún.
El valle de Belagua, en el término de Isaba, es un paraje de ensueño, de los que se ven y no se olvidan. Estamos ante lo que se denomina un valle glaciar, que a su vez hace de cabecera del valle de Roncal.
El paisaje de Belagua está configurado por una extensa llanura surcada por los barrancos del Alto Ezka (oficialmente río Belagua) y de Arrakogoiti, y rodeada a su vez, y en su totalidad, por altivas cumbres como las de Larrondoa, Lakartxela, Binbalet, Lákora, Lapaquiza de Linzola, o Txamantxoia, entre otras, que oscilan entre los 1700 y los 2000 metros de altitud.
Abajo, el llano, es escenario de una intensa vida agrícola y ganadera. Siempre ha sido así, desde la prehistoria, como lo acredita el dólmen de Arrako, junto a la Ermita de Nuestra Señora de Arrako. Las excavaciones realizadas en este monumento megalítico funerario han venido a confirmar que los pastores que habitaron siglos atrás este valle tenían unas costumbres que han perdurado hasta nuestros días; es el caso del zurrón con el ajuar, en el que llevaban su propia cuchara, y una piedra (suarri) que, rusiente, les servía para calentar la leche cuando hacían el queso.
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